Hace mucho frío y conviene comida caliente y con consistencia: una lasaña.
Con leche y harina haremos una salsa bechamel.
Para
hacer las plaquitas de lasaña: por cada 100 gramos de harina, se
necesita un huevo. Se pone en un bol la harina en forma de montañita y
en medio se casca el huevo, y con un tenedor se va mezclando,
incorporando la harina desde los bordes. Se amasa bien y se envuelve la
bola en papel film durante 20 minutos. Es importante que el huevo está a
temperatura ambiente.
Pasado este tiempo, con el rodillo se estira
la masa, lo más fina posible. Se corta en rectángulos y se pone a hervir
en una cazuela con agua hierviendo hasta que se ve que las láminas se
agrandan y se vuelven manejables. Entonces se sacan de la cazuela y se
ponen sobre papel absorbente. Y una vez frías para que puedan manejarse,
se usan para montar las capas de lasaña. El relleno, a la imaginación. Luego la cubriremos con bechamel y queso rallado, y la pondremos a gratinar.
Desayuno: un buen vaso de leche muy caliente con una rebanada de pan, aceite y tomate y el embutido que se quiera.
Comida: la lasaña... y una naranja de postre.
A media tarde: una infusión de te verde muy caliente.
Cena: una rebanada de pan untada con mantequilla y miel y un vaso de leche muy caliente.