Vamos
a cocinar hoy una comida que combina la rusticidad de la vida pastoril
con la sofisticación mediterránea. Trituramos con el molinillo de café un puñado de trigo y otro de maíz. Estos
cereales cunden mucho, y con poca cantidad se pueden elaborar bastantes
tortitas. Una vez molidos, la harina resultante se mezcla con agua y se
amasa. Luego se hacen pequeñas bolitas, y con el rodillo de cocina se
aplanan y se les va dando forma de tortas, que se frien en una sartén
con un poco de mantequilla, como si fueran crêpes. Cuando se enfríen, se
cortan en forma de triángulos. Tan sólo falta tener al lado un bote de
mostaza suave de higos o una samfaina, que en estos tiempos invernales será de nuestra conserva. Se van mojando los nachos
pastoriles en la suave salsa. Una delicia que se iguala a las
mejores deconstrucciones.
Desayuno: un vaso de leche con una tostada de pan con tomate y el embutido que queráis.
Comida:
*Plato único: nachos de pastor, elaboración arriba indicada.
*Postres: una naranja.
A media tarde: infusión de hierba luisa.
Cena: una manzana y un yogurt.
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